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    Ana Paola

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    El Secreto de la Presa del Tiempo

    (Una novela de Ana Paola, estudiante de astrofísica y escritora)

    En 1787, en el pequeño pueblo de Santiago, Nuevo León, rodeado por montañas y el recién formado lago de la Presa La Boca, ocurre un fenómeno inexplicable: las estrellas se reflejan en el agua de tal forma que revelan un portal temporal. Lucía, una joven curiosa y autodidacta, que sueña con entender los cielos como si fuera una astrónoma del futuro, descubre que el lago esconde un secreto vinculado a un meteorito caído en 1608 —el mismo que inspiró leyendas locales sobre piedras que hablan.

    Cuando un grupo de científicos españoles llega al pueblo para estudiar el lago, Lucía se da cuenta de que buscan algo más que agua: están tras una energía cósmica capaz de alterar el tiempo. Con la ayuda de Mateo, un herrero escéptico pero ingenioso, y Doña Carmen, una anciana que guarda memorias de los antiguos chichimecas, Lucía deberá descifrar el misterio antes de que los intrusos roben el conocimiento ancestral y desaten un caos en el tejido del tiempo.

    El agua estaba quieta, pero las estrellas en su superficie no eran las de aquella noche. Lucía contó siete puntos brillantes alineados como un collar. —¡Esa es Orión! —susurró—, pero… ¿por qué tiene una estrella más? —. Mateo, incrédulo, se acercó. —Son reflejos, nada más. —No — Doña Carmen señaló hacia la montaña—. Es el Tonatiuh, el sol que cayó hace siglos. Él nos devuelve las señales del futuro.

    La madrugada del 13 de agosto, Lucía talló en su cuaderno las constelaciones errantes del lago. —No son reflejos, Mateo— insistió, mostrándole los cálculos: —Estas estrellas pertenecen a 2025. El meteorito bajo el lago está distorsionando el tiempo—. Doña Carmen les llevó a una cueva oculta tras la cascada de La Boca. En las paredes, símbolos chichimecas se entrelazaban con ecuaciones: —Mis ancestros decían que el Tonatiuh era una puerta para hablar con los dioses del cielo—. Entre las sombras, un cristal azul vibró. Lucía lo tocó y por un segundo vio la Presa La Boca seca, con extraños artefactos metálicos escaneando el lecho.

    Antonio de Zúñiga los seguía …….